domingo, 20 de noviembre de 2011

En ocho años.

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En ocho años
he tenido cuatro parejas,
he vivido en tres lugares diferentes,
he tenido un accidente de tráfico,
he escrito cientos de poemas,
me he tatuado dos veces,
he asistido a clases de diseño gráfico,
he trabajado en DHL,
me he sacado el carnet de conducir,
me he cambiado varias veces de pendientes,
me he comprado un acordeón,
he conocido a poetas,
he cambiado de ciudad,
he visto las mejores películas de mi vida,
he viajado a Amsterdam,
he viajado a Lisboa,
he hecho el amor por primera vez,
he llorado,
he celebrado ocho cumpleaños,
he tenido dos gatos,
me han regalado una bici,
he visto la mayor nevada que recuerdo sobre Madrid,
he conocido lo que es la depresión cara a cara,
he leído muchos libros,
he intentado aprender magia,
he perdido varios amigos,
he roto varios pares de zapatillas,
he aprendido a tocar el piano,
en ocho años
he intentado llevar a cabo
lo único que aprendí aquel día,
que la vida hay que vivida cada hora,
cada día,
cada minuto,
en ocho años
no he podido compartir
nada de esto contigo,
y me da vértigo pensar
la lista que podré escribir
con todo el tiempo que me queda así.


Javier Das

domingo, 6 de noviembre de 2011

Lluvia.

 
 
 
Lluvia, lluvia de medianoche, sólo la lluvia salvaje
sobre esta barraca gris, y soledad, y yo
recordando de nuevo que al final moriré
y no podré oír la lluvia ni ofrecer mi gratitud
por su forma de lavarme, dejándome lo más limpio
que he estado desde que nací a esta soledad.

Benditos son los muertos sobre los que llueve la lluvia:
pero ahora rezo para que ninguno de los que amé
se esté muriendo esta noche o yazga aún despierto
y en soledad, escuchando la lluvia,
sufriendo o sintiendo así una compasión
impotente entre los vivos y los muertos,
como agua fría entre juncos quebrados,
incontables juncos quebrados, altos y tiesos,
que, como yo, no poseen un amor que esta lluvia salvaje
no haya disuelto salvo el amor por la muerte,
si acaso es amor hacia aquello que es perfecto y
no puede, me cuentan las tempestades, decepcionar.
 
Edward Thomas.